23 de diciembre de 2013

El "transfigurado" N'gor: Que lástima!!

Tras desayunar en uno de los puestos junto al mercado y pasear por última vez por la periferia colonial de Ziguinchor, me dirigí al embarcadero para facturar mi mochila. Las medidas de seguridad en el puerto son extremas, hay que pasar muchos controles de identificación y es obligatorio dejar los bolsos grandes y las mochilas a la entrada para que las facturen y transporten en la bodega. No se puede introducir las mochilas ni en las salas ni en las cabinas del barco. Una pegatina blanca con el nombre del pasajero escrito, adherida a la mochila, es el distintivo personal de su propietario.
En la sala de espera me encontraría nuevamente con Maite y Koldo que esperaban mi llegada para realizar el viaje juntos ya que teníamos los pasajes de la misma sala de butacas. Al entrar en la terminal de pasajeros todos fuimos registrados por guardias de seguridad como sucede en los aeropuertos, al igual que al acceder al interior del barco. Nada se les puede escapar. Aunque los toubabs no somos tan escrupulosamente cacheados como le hacen a los locales. El salón de butacas es pequeño y un televisor es el único pasatiempo, aunque la climatización es tan fría que hace salir a casi todos los pasajeros en cubierta.
A las 15:20 salimos del muelle con dirección hacia la desembocadura (70kms.). Una lancha militar con soldados armados nos siguió todo el camino hasta Pointe St. George, luego regresaron a Ziguinchor. Igualmente las medidas de protección del barco mientras navegábamos fueron absolutas. Varios soldados armados viajaron también entre nosotros. Las vistas sobre el río y su entorno son muy variadas: pasamos junto a extensos manglares y bolones, amplias arboledas, barracas de pescadores, canoas artesanales hechas del tronco ahuecado de árbol con estabilizadores laterales, pescadores en plena acción -siendo algunos expulsados de la zona por los militares poco antes del paso del barco-, chalupas transportando mercancías... y en algunas ocasiones nos acompañaron varias familias de delfines con sus ocurrentes saltos. Algunos surfeaban las ondas que producía el barco.
Durante el trayecto apenas podíamos ver el sol debido a la cantidad de polvo en suspensión (harmatttan) que hace estos días. Al atardecer pudimos observar la Isla Carabane bastante desdibujada entre el polvo, y Diogué, que pasamos bastante cerca y de allí a la desembocadura del río. Los fondos poco profundos estaban marcados por balizas que el capitán seguía celosamente. Un estrecho pasillo delimita por dónde hay que pasar. Una vez mar adentro el barco comenzaba a menearse un poco, pero fue una travesía muy buena porque afortunadamente no cogimos mucha fuerza de mar. Aunque echamos de menos una cama en camarote. El frío de la sala incordiaba a todos pero como ya había caído la noche en cubierta sucedía lo mismo. No hubo otra elección sino dormir pronto para que todo pasara rápido. Dejando el pasaporte o Dni prestan una manta para pasar la noche. El trayecto de casi 15 horas fue relativamente bueno, o eso creo, porque me quedé dormido muy pronto en la incómoda butaca.
Llegamos a Dakar a la seis de la mañana, de noche aún, y nos condujeron a la Terminal a la espera de llevar todo el equipaje. De allí hay que acceder a un almacén donde lo depositan todo en el suelo para que cada uno identifique sus bártulos  y los recoja. Cada uno debe recoger el suyo propio. A la salida comprueban los nombres y el identificativo adherido. Nadie se puede llevar lo que no es suyo. Supuestamente. Dentro del desorden se haya el orden.
Estando en Ziguinchor había leído por interné que un tal Dodou Samba  tenía una casa (Chez Doudou) con habitaciones para alquilar (10.000cfa). Le mandé un correo y le solicité poder quedarme en una de ellas, pero no recibí respuesta. Era cuestión pues de moverme por N’gor en busca de algún lugar para quedarme.
Esperando la recogida del equipaje coincidí en la Terminal con una pareja de españoles, un francés y un belga que iban al igual que yo a N'gor, y conocían una casa particular donde quedarse. Podía alojarme también en caso de que tuvieran habitaciones disponibles. Eso era una garantía para mí. Nuevamente la suerte me acompañaba. Quizá el haber ayudado tanto a otros viajeros la “buena estrella” retorna como un boomerang. Me despedí de mis amigos Maite y Koldo pues ellos se quedaban en Dakar porque el avión salía por la noche y me acoplé al nuevo grupo.
Dentro del recinto portuario se encuentran taxis aparcados, pero es mejor salir fuera y cogerlos en la calle por que son más económicos. Tras un breve regateo por (6.000cfa.) pudimos tomar un taxi los 5 juntos (normalmente se paga 3.000cfa. cuando se viaja solo), uno delante, los cuatro detrás y las mochilas amarradas con cuerdas, como se pudo, en el maletero. Llegamos 40min. más tarde a N’gor bastante retorcidos (los de atrás).
Una vez todos en la casa, y sabiendo que tenía la opción de quedarme ahí, dejé mis mochilas y me dirigí a casa de Doudou (Keur Doudou Samba) donde supuestamente yo había realizado una reserva días atrás.
Mientras camino, los olores se mezclan por las calles. Huele igual que la vez anterior que estuve por aquí. Adentrarme por sus laberínticas callejuelas de arena que separan las casas vecinales me ha traído antiguos recuerdos. Esto no ha cambiado. La gente que circula de un lado a otro no ha perdido el respeto ni al descocido: Bonjour, Bonjour… Nangadef...
El inmueble en cuestión se encuentra junto al garage de N'gor, cerca del Centro de Salud. La playa principal, frente a la isla Ngor, está a 3min. atravesando las callejuelas del barrio. Tras 20min. andando se llega a la costa de los Almadies donde rompen también buenas olas. Todo está muy cercano.
Al llegar a la casa me recibió el propio Doudou, que aunque no es el propietario se encarga de llevar el negocio. Me confirmó que quien lleva todo por interné no se hallaba en el país, así que aunque no tenía reserva -porque no se realizó- podía quedarme en la casa. En principio, la habitación más económica no tiene baño interior (10.000cfa.) pero para que no volviera atrás y me quedara en la primera casa me permitió hospedarme estos tres días por ese mismo coste en una de las habitaciones mas caras. El precio es de 13.000cfa pero me lo rebajó a 10.000cfa.. Es amplia, con dos camas, mosquitera que no cubre ninguna de ellas -aunque no hizo falta-, ventilador y baño. Afortunadamente ahora no es tiempo de mosquitos. 
Pero una vez acordado precio y tiempo de estancia, tras preguntarnos los nombres sucedió otra asombrosa casualidad: éste era el joven Doudou que había conocido la vez anterior que estuve en N'gor hace 20 años. De trabajar en Chez Carla, en la isla N'gor, donde primeramente me había quedado (ella ya ha fallecido y lo lleva un italiano), ahora junto con otra persona lleva varias residencias en el pueblo N'gor -que ya de pueblo desgraciadamente no tiene nada- con habitaciones para alquilar. El encuentro fue memorable!!
Los puestos de comida local y tiendas (boutiques) están esparcidos por todo el barrio. Varios vecinos han transformado el salón de sus casas en restaurante con algunas mesas y sillas. Los precios por plato rondan entre 500-800cfa., que bien puede ser arroz, couscous, papas fritas, carne o pescado, acompañado de salsa de cacahuete, yassa, pincho de pollo o cordero, papas fritas....
En general todo ha crecido en este pueblo casi ciudad desde la primera vez que estuve aquí. Esto se ha cuadruplicado. Hay muchas casas de fin de semana, y las que se siguen construyendo sin parar. Incluso en los viejos inmuebles de la playa han construido una planta más. Muchos han recibido ayudas para mejorar sus casas y lo que han hecho es construir más pero sin prever los gastos y muchísimas casas se han quedado sin terminar dejando una desoladora imagen de ciudad empobrecida. Quienes han vendido terrenos han construido enormes viviendas, muchas de ellas para alquilar. Ya no es lo mismo, aunque los vecinos siguen haciendo su vida como antaño.
Con Doudou he vuelto a visitar las casas de mis antiguas amistades y han sido momentos emotivos. Una vez liberado de visitas, presentaciones y recordatorios, me dirigí a la playa. Sentado junto a las embarcaciones de los pescadores y mientras observo las canoas-taxis a motor transportar a la gente a la pequeña isla N’gor, los niños corretear, los pescadores recoger sus capturas..., 20 años parece que no ha sido nada, viendo repetir las mismas costumbres que se han hecho siempre.
Todos los atardeceres acuden grupos de jóvenes a jugar al fútbol, otros para ejercitar pies sobre la arena seca y otros para entrenar en lucha tradicional o lucha libre, llamada también Mbapatt, un deporte muy espiritual para los senegaleses. En los terrenos de lucha los luchadores desfilan ante el público dando gritos además de bailar y realizar varios rituales con tambores y cánticos para intimidar al oponente. Este protocolo preliminar muchas veces es mas esperado por el publico que la propia lucha en sí. 
El siguiente día lo invertí completamente en Dakar. Subí a un minibús (250cfa) que me dejaría cerca del mercado Sandaga y desde ahí comenzaría una larga caminata visitando sus dos mercados más cercanos y vibrantes: Sandaga y Kermel, concluyendo con una visita a la isla Gorée.
El primer mercado, una decrépita estructura de hormigón beig que tiene, a pesar de la apariencia, tres niveles de actividades comerciales: en la planta principal se encuentran los puestos de venta de carnes, la pescadería en el sótano y los puestos de comida en la alta. Se ubica en una encrucijada de calles abarrotadas de tiendas (boutiques) y puestos callejeros que se especializan en todo y para todo. No deja de ser como cualquier otro de los clásicos mercados africanos: grande, variado, multitudinario y frenético por el movimiento de gente entre los puestos y las tiendas. Rebosante en color, olor, ruido y música.
En Sandaga las calles son estrechas pero hay cabida para los coches particulares, taxis, autobuses, motocicletas y peatones. Los carteristas, vagabundos, compradores y vendedores de todo tipo se reúnen en lo que se podría denominar una “jungla urbana”, donde es imprescindible caminar con la mirada atenta a todo porque sin duda alguna proporciona las mejores aventuras, diversidad y gangas. No faltan los "pegajosos consejeros de compras", unos pesadísimos individuos que se acercan a los toubabs para "recomendarle" el lugar más económico para comprar artesanía turística, o cualquier otra cosa. El decir que no hay dinero para realizar ningún tipo de compra en principio no funciona, pero tras sentirse ignorados, al cabo de un buen rato, dejan tranquilo. También depende mucho la forma de ir vestido. Cuanto más guiri se aparente, más posibilidad tendrán de sacar beneficio económico pues no se separarán hasta conseguir su objetivo: llegar hasta alguna tienda donde tendrán su comisión. Son realmente agobiantes, pero educados. Los cuatro o cinco que se me acercaron poco pudieron hacer conmigo y en seguida me abandonaron. También hay que ser prudente con los "intermediarios", que podría ser cualquier paisano al que se le pregunte dónde comprar cualquier cosa, pues en pocos minutos aparecerá con lo que se busca, no indicará el lugar dónde se puede conseguir y dirá que ese es su precio de venta en tienda. A veces el incremento del precio es mínimo, y habría que valorar si compensa el largo rato que se tarda en encontrar la tienda buscada.
Caminando dirección Este a través de sus animadas calles, muy comerciales, se pasa por la plaza de la Independencia y se llega al Marchée (mercado) Kermel, que aunque ha sido reconstruido tras un incendio, no ha perdido su carácter. Es pequeño, de forma redondeada y su entorno está lleno de tienditas de artículos turísticos como tallas de madera, hermosas esculturas en bronce, mascaras africanas antiguas y nuevas, pinturas sobre vidrio, tejidos de alta calidad importado de Ghana.... Inevitablemente hay que entrar en el incordioso juego del regateo si algo se quiere comprar. Es difícil pasear sin ser abordado constantemente por vendedores tozudos. Su interior, bajo una enorme cúpula, es marcadamente pescadero con gran variedad de pescados como el exquisito y emblemático mero blanco (thiouf ) que se encuentra en peligro de extinción por sobrepesca , el pargo rojo o bocinegro (rougette ), mariscos, camarones de Camerún, langostas, cangrejos, frutas, todo tipo de hortalizas y flores frescas. Las vacas a veces son sacrificadas allí mismo. Dicen que el pollo que venden es orgánico porque no le inyectan hormonas de crecimiento como al resto (?). A éste es donde muchos vecinos de Dakar suelen venir a comprar a menudo.
Continuando en la misma dirección se llega al puerto, y allí también se coge el barco que lleva a Gorée, una pequeña isla habitada por unos pocos cientos de habitantes, de supuesta “tendencias artísticas”. La isla no fue realmente habitada hasta la llegada de los europeos, ya que por su morfología y climatología estaba completamente desprovista de agua potable. Entre los siglos XVI XIX, tras desalojar a sus primitivos habitantes, los nativos Bambara, pasó a ser un activo centro portuario de gran importancia y uno de los principales focos de la trata de esclavos en el continente africano con dirección principalmente al Caribe y las Américas portuguesasespañolas  e inglesas. En la actualidad sirve sobre todo como un memorando a la trata de esclavos.
Fue ocupada a mediados del siglo XV por los portugueses  En 1617 fue comprada por los holandeses y en 1677 conquistada por los franceses, que la convirtieron en una escala para los barcos de la Compañía Francesa de las Indias Orientales. A raíz de las guerras entre Inglaterra y Francia, Goree fue hasta cinco veces tomada por los británicos. Desde 1816, hasta la independencia de Senegal en 1960, estuvo de nuevo controlada por los franceses. 
Alrededor de diez viajes diarios realiza el barco, que llega a mover a más de 1.000 personas al día sin interrupción. Los no residentes pagamos 5.200cfa por el trayecto y la visita.
Tras treinta minutos de navegación la visión cambia totalmente: una pequeña isla volcánica de apenas 36 hectáreas de extensión con un poblado de inmuebles coloniales dominado por dos fuertes (Saint-Michel y Nassau) que la protegía de los invasores.
Éste es un pequeño y apacible pueblo de poco más de mil habitantes con estrechas calles que exhuman añoranza del pasado, aunque la mayoría ya fueron reparadas pero sin perder su diseño arquitectónico. Ha sido incluido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 1978.
Sus tranquilas calles sin tráfico rodado, sombreadas por los baobabs, adornadas de coloridas buganvillas, hibiscos, cordias, tecomas y palmeras, son un remanso de paz que contrasta con el ruido y la vorágine de la vecina Dakar. La mayoría de sus edificios, con un aire entre colonial y mediterráneo, datan de los s.XVIII y s.XIX, y entre ellos se encuentra la mezquita más antigua de Senegal. Muchos de los edificios históricos residenciales y comerciales se han convertido en restaurantes y hoteles debido a la gran afluencia turística que recibe.
Abundan en sus callejas los talleres de artistas y artesanos. Por todas partes se encuentran exposiciones y ventas, sin apenas hacerse competencia en todo tipo de trabajos: pinturas, patch works, figuras, dibujos o cuadros. Varios restaurantes estratégicamente enclavados, pero con precios altos, dan de comer a todos los visitantes que quieran observar desde su mesa el constante movimiento de turistas. Las tiendas locales (boutiques) venden a los mismos precios que pagan los vecinos todo lo imprescindible para subsistir. Incluida las cervezas.
El lugar más visitado es la casa de los esclavos (Maison des Esclaves), una bella construcción holandesa de dos pisos, de estilo barroco colonial del s.XVIII, con un patio central ocupado por una gran escalinata doble, cuyos sinuosos barandales conectan la planta baja (donde hacinaban a los esclavos en mazmorras para mas tarde ser enviado a los barcos negreros) con el primer piso donde vivían los amos y traficantes. Su visita es muy instructiva, y despierta profundas emociones en cualquier alma sensible como recordatorio del enorme sufrimiento infligido a los africanos por el hombre blanco. Su objetivo mantener viva la llama de esa memoria. 
Rótulos y paneles explicativos desgranan datos sobre gran cantidad de hechos históricos relacionados con la trata de negros: argollas, grilletes, cadenas, látigos y otros instrumentos de dominación y tortura son exhibidos como pruebas materiales de aquella humillación, como recordatorio del enorme sufrimiento infligido a los africanos por el hombre blanco.
Cada año se organiza en colaboración con el ayuntamiento de Gorée actividades como el Gorée Diaspora Festival, un espectáculo de música en homenaje y recuerdo a las víctimas de la diáspora africana, consecuencia de la compraventa de seres humanos promovida por las potencias coloniales europeas.
La casa, que no es muy grande, podía almacenar entre 150 y 200 esclavos. Las celdas reservadas a los hombres medían aprox. 2,60mt.x 2,60mt., y en cada una de ellas se amontonaban de quince a veinte individuos sentados de espaldas a la pared, con cadenas ceñidas al cuello y a los brazos, a su vez lastradas por una gruesa bola de hierro. Se les permitía salir del antro sólo una vez al día para hacer sus necesidades. Las condiciones higiénicas eran tan lamentables que la primera epidemia de peste que arrasó la isla en 1779 tuvo su origen en este lugar. La celda para los niños era una estrecha galería donde se acostaba a los pequeños en el suelo apretados entre sí como en una lata de sardinas. El índice de mortandad era muy elevado entre ellos. Las chicas jóvenes estaban más cotizadas que las mujeres, por lo que eran encerradas en una celda aparte. Varias estancias separaban a los sexos y las edades. Había una sala de pesaje, y varias de "escarmiento" para los más rebeldes, o de clasificación según su estado o fuerza corporal. Se pueden diferenciar las mazmorras donde encarcelaban a los varones adultos de aquéllas donde encerraban a las mujeres o a los niños, siendo las familias desmembradas sin la más mínima consideración humanitaria, tratadas como mero ganado. Cada persona era designada por un número, nunca por su verdadero nombre. Mientras que un padre de familia podía acabar en Louisiana, la madre podía ser trasladada a Brasil o a Cuba, y los hijos a Haití o a las Antillas.
Al fondo del pasillo de la planta baja una puerta se abre al océano Atlántico: era “la Puerta del viaje sin Retorno”, la última conexión de alguna de las casas con los barcos rumbo al fatídico destino. La mayoría de los esclavos eran Yolas, una comunidad caracterizada por sus fuertes cuerpos, muy demandada por los terratenientes. Más allá del horizonte se prevé las tierras de América, meta forzosa de los desgraciados nativos que eran encerrados –almacenados como mercancía – en esta mansión, hasta el momento del viaje. La espera podía durar hasta tres meses. Esta “Casa de los Esclavos”, es sólo una entre las muchas esclaverías que había en Gorée
El actual conservador en jefe de la Casa de los Esclavos, el Sr. Boubacar Joseph Ndiaye, dirige habitualmente una charla a los grupos de visitantes y en sus alocuciones les informa, entre otras cosas, que fueron 20 millones los africanos arrancados de sus países natales para ser vendidos como esclavos en el Nuevo Mundo. Activamente comprometido en la difusión de la documentación histórica en torno a la trata de esclavos, varios rótulos del museo muestran citas extraídas de los escritos publicados por el mismo Ndiaye sobre este tema. Destaca una de ellas: "El racismo, la creencia en la superioridad y en los ideales particulares de una raza, han costado millones de muertos. No olvidemos esto nunca".
Otro rótulo afirma que de entre todas las lecciones que se pueden extraer de la historia de la trata de esclavos, la más importante es: "No hubo revancha".
La vuelta, al atardecer, me retorna nuevamente a las estresantes calles dakarianas. Un taxi me llevaría a N’gor (3.000cfa.), ya cayendo la noche, evitando así tener que trasladarme en busca de la estación de guaguas con destino a N’gor o a Yoff.
El siguiente día sería para visitar Ouakam, su Mezquita "de la Divinidad" y el faro de Mamelle.
No sólo ha cambiado el aspecto de la playa de Ouakam con su enorme mezquita (aunque la ola sigue rompiendo en las mismas condiciones de perfección), sino también el barrio con sus nuevos edificios, y el monte adyacente donde han construido el gran Monumento de la Liberación Africana, un auténtico "gastaero de perras" por lo carísimo (27.000.000$) que costó construirlo -por Corea del Norte-, en un país donde miles de personas lo pasan muy mal por las calles. Está dedicado al fin de la esclavitud, al poder emergente africano de la opresión de los países coloniales europeos y como muestra del orgullo africano, pretendiendo alejar el mito de sentirse seres inferiores .
Las vistas desde el faro me dio escalofríos al recordar como era todo el entorno hace 20 años y cómo está ahora. Una grandísima pena y rabia. El boom inmobiliario sigue avanzando inexorablemente hasta aquí, destrozando todo lo que se encuentra por su paso. Muchos edificios aún sin terminar y abandonados, otros tantos vacíos, el resto posiblemente "de fin de semana", aunque las vistas sean los tejados de los edificios vecinos. Muchos de ellos pertenecen a europeos que están invirtiendo en el ladrillo africano en busca de más y más beneficios económicos sin mirar el destrozo que se le está causando a toda la costa de esta parte de Senegal.
Las carreteras son ahora anchas, más grandes, bien cuidadas, con rotondas, iluminación, una calidad insuperable comparada con otros países vecinos. Pero con su indiscutible coste.
Pointe des Almadies se encuentra dentro del área metropolitana de Dakar, cerca del parque nacional de las islas de las Madeleines pasadas las colinas de Les Mamelles, mas bien cerca de N’gor y es el punto más occidental del continente africano. Varias olas (Club, No Return, Secrets, Vivier...) atraen a surferos de Europa, pero principalmente a franceses.
La Isla N'gor ha sufrido lo mismo. Ni siquiera quise pisarla esta vez. Desde la orilla se puede ver lo que han hecho con ella. No se ve que se pueda construir ninguna casa más. No cabría. Incluso hay un enorme Centro de Convenciones. Hasta el ministro de finanzas tiene un chalé, y su lancha se encuentra anclada en la orilla de la playa. A saber si fueron ellos quienes le "facilitaron" la casa!.
En mis recuerdos quiero conservar la imagen de lo que era anteriormente: pocas casas, bosquecillos con un sin fin de plantas y altos árboles, palmeras hasta la orilla, cantidad de aves sobrevolándola, pequeñas calas desiertas con blaquísima arena..., un refugio para el relax que solamente se alteraba los fines de semanas cuando las familias y amigos se acercaban para pasar unas horas jugando y comiendo en la playa.
El hotel de mi amiga Carla (Chez Carla), "la italiana", donde antaño me quedé varios días tenía unas hermosísimas vistas de 180º, dos plantas con varias habitaciones, un salón y la cocina en la que trabajaba una cocinera que siempre era abroncada por Carla, porque todo lo que hacía le parecía mal. El pequeño Doudou era el pinche que servía para todo y también era maltratado por la italiana. Todos los que trabajaban con ella salían "escaldados" a los pocos meses de empezar a trabajar. Pero en el fondo no era una mala mujer. Todos la querían. Me enteré que hace años falleció y ahora el negocio lo lleva otro italiano que ha hecho del inmueble también un restaurante italiano. Delante han construido una terraza doble con enormes sombrillas recargando aún más el paisaje. No logro entender para qué cruza la gente en piragua-taxi local hacia la isla. A tomarse unas cervezas, tomar el sol o almorzar entre tanto ladrillo? Bueno, si muchos europeos siguen repitiendo sus vacaciones en el sur de Gran Canaria, ya nada me sorprende lo que acontezca en cualquier otro lado del mundo.
La despedida nuevamente de este pueblo-ciudad ha sido algo triste aunque no tanto como la primera vez. Es posible que vuelva a Senegal en otra ocasión, pero sería con mis tablas de surf  ya que he echado de menos entrar en el agua para coger olas, a pesar de las malas condiciones del mar estos días.
Pues este ha sido mi recorrido por Gambia y Senegal en poco más de un mes. Apenas me ha dado tiempo para disfrutar como estoy acostumbrado a hacerlo durante varios meses y con toda la paciencia que hay que tener, del estilo de vida local. Algo que he echado de menos.
El repetir país, algo no habitual en mi, me ha dado la oportunidad de poderme introducir en lugares que no visité anteriormente, en viajar en todo tipo de transporte local -aunque más pesado y cansino- y en barco.
Rescato recuerdos, hago cuentas, y pienso que por poco tiempo no vale la pena viajar a muchos sitios. Si se quiere disfrutar de las costumbres locales, hay que estar al menos cuatro días en cada lugar.

20 de diciembre de 2013

La Línea Marítima Ziguinchor - Dakar

A las 10 de la mañana Badou y su primo me llevaban en su embarcación de fibra con motor fuera borda de 40hp. hacia Elinkine. Esa mañana amaneció con fuerte viento que hizo que navegásemos algo lento para no mojarnos pues íbamos contra del viento.
En 20min. llegamos, pero antes tuvimos que detenernos en el muelle de los militares para dar conocimiento que nos estábamos desplazando por el entorno. Todas las embarcaciones han de pasar el visto bueno de los militares. Las leyes de navegación son bastante estrictas en Senegal, principalmente en la obligación de llevar chaleco flotante toda persona que suba a una embarcación pequeña.
Una vez en tierra y tras despedirme de mis amigos, un Jakarta (mototaxi) me llevó hasta la gare de Elinkine, que no es otra cosa que un habitáculo donde se espera por los vehículos que circulan a diferentes lugares. Los taxis compartidos que van a Oussouye o a Ziguinchor (1.500cfa), están parados al borde de la carretera. Tras una hora de trayecto llegamos a esta capital de la región de Baja Casamance que se extiende a lo largo del río Casamance, distinguida por sus edificios coloniales y amplias avenidas. Fundada por los portugueses en 1645, fue la primera ciudad africana en la costa oeste del continente y desde el s.XVIII convertida en centro comercial muy próspero. Es el punto de partida del ferry que se dirige a Dakar cada dos días (tarda entre 14 y16 horas de travesía). Ya lo había visto pasar a primera hora de la mañana mientras desayunaba en el Campament Badji Kunda. Podía estar más tranquilo porque sabía que... barco había!.
mento
Me quedé en el hotel Le Perroquet (11.000-19.000cfa), "un clásico" junto al río Casamance, a pocos metros del muelle. Las habitaciones muy limpias, tienen baño, cama doble con mosquitera, un patio interior ajardinado, un amplio restaurante con Wifi y con vistas panorámicas al río, los manglares y los pescadores que con sus barcas hacen del lugar una delicia por un poco más de dinero -comparado con los demás hoteles baratos de los alrededores-. Al no quedarles vacía ninguna habitación sencilla, tuve que coger la doble (13.000cfa), en la planta alta, con balcón privado y vistas al río. No es barato comer o beber aquí aunque los restaurantes locales cerca del muelle y los puestos de comidas callejeros es la opción económica.
Ziguinchor es una ciudad amplia muy tranquila, llena de arena y polvo, algunos edificios coloniales muy abandonados y varios mercados muy activos, con gente muy atenta y educada, contentos de su pasado. Su diseño es como en todas las ciudades coloniales africanas: el casco antiguo es rodeado de edificios recientes como oficinas, bancos y administraciones, y, finalmente, una gran conglomerado de pintorescos barrios de chozas de barro (Lindiane, Soukoupapaye o Bourofaye) pertenecientes a comunidades étnicas y socialmente organizadas como en todos los pueblos.
En el distrito Nema, a pocos minutos en taxi (500cfa.) se encuentra el vibrante mercado Saint-Maur-des-Fosses, un edificio muy característico, bañado en aromas atrayentes de vainilla, jengibre, nuez moscada, canela, repleta de puestos de pescado, verduras, legumbres, frutas tropicales como la papaya, el mango, la piña, la guayaba, tiendas con una amplia selección de telas de vivos colores, cestas, cerámica, perlas, joyas… y desfile de gente con sus "boubous" de todos los colores.
Un poco más allá se encuentra “el poblado de los artesanos”, un deteriorado conjunto pequeñas tiendas donde los sastres realizan sus trabajos en coloridas telas africanas y artistas de todo tipo ofrecen sus obras esculpidas in situ como estatuas de madera, artículos de cuero, joyería y cestería.
El centro cultural de la Alianza franco-senegalés se encuentra muy cerca y se caracteriza por exposiciones de artista locales, espectáculos, una pequeña biblioteca y centro de reunión donde es posible beber algo en su bar-restaurante sentado en su relajante patio. Orientado a la diversidad cultural y lingüística del país, acoge cada año más de 50 espectáculos, conciertos, teatro, danza y una veintena de conferencias y encuentros con autores de Senegal y de otros países.
Caminar tranquilamente por esta zona hasta el centro de la ciudad (30min.) da una visión integral de la vida cotidiana de sus vecinos.
Por la noche, en el Perroquet se oye la enorme cantidad de pelícanos que están posados sobre los árboles junto al hotel, también los grillos y algunas motoras que pasan cerca. El equilibrio y el sosiego en este lugar es asombroso.

19 de diciembre de 2013

Una Isla en el delta del río Casamance

Durante la espera de la salida del 7plazas me dio tiempo a desayunar con toda la tranquilidad del mundo en uno de los puestos de comida de la gare de Oussuye un bocadillo y un café touba.
Menos de treinta minutos dura el trayecto hasta Eilinke, punto de partida hacia la  isla Carabane. Dos canoas hacen dos veces al día (15:00 y 16:00) el recorrido hacia el norte de la isla donde se encuentra el poblado, antiguo lugar de almacenamiento de mercancías y más tarde de esclavos de los franceses.
Situada en el estuario del río Casamance, es un banco de arena y sedimentos de 57 kilometros ² cubierta de extensa vegetación, palmeras, cocoteros, baobabs, kapots, ceibas o fromagers, mangos, buganvillas, flamboyanes ... La mayor parte de la isla está cubierta por manglares y palmerales, y es accesible por los brazos de mar o pequeñas ensenadas que invaden la tierra con el crecimiento de las mareas creando, de esta manera, varias islas pequeñas.
Carabane es una isla sin carreteras ni coches que se vive en perpetua calma y placidez. Su principales reclamos turísticos son: una desvencijada iglesia (1897) de estilo bretón derruida, en desuso principalmente por razones de seguridad ya que al estar tan estado ruinoso se teme un inminente colapso de sus muros. El campanario se ha derrumbado desde hace mucho tiempo. Las paredes gruesas, desmoronadas y agrietada parecen desafiar al tiempo. Los excrementos de las palomas que han establecido su residencia en los marcos de madera que sostienen el tejado de chapa, a una altura de 15 metros desde el suelo, ensucian el agrietado suelo. Los rayos del sol penetran a través de las brechas a lo largo de las vigas y el vasto interior es iluminado por la luz del día que pasa a través de grandes ventanas abovedadas en ambos lados de sus altos muros. Las mismas formas ovoides se repiten en cada lado en los nichos que portaban estatuillas religiosas. Esta iglesia que sirvió de punto central de evangelización del Casamance, se encuentra junto a una mezquita; también destaca la Casa de la Misión Católica construida en 1880 y que ha sido convertida ahora en un hotel; y un Cementerio de los administradores coloniales en la que se encuentra enterrado un capitán francés, Aristide Prótet, quién ordenó una vez fallecido ser soterrado de pie, para seguir "protegiendo la isla". Algunos jóvenes han abierto pequeñas sastrerías para hacer ropa a los toubab a medida. Son todos estampados africanos, al igual que los collares y brazaletes que también hacen ellos mismos. La calidad no es buena pero está bien para l@s "flipad@" que les gusta vestirse con camisa y pantalón del mismo estampado africano.
Varias tiendas de comestibles (boutique) abastecen de lo necesario y a muy buen precio para ser una isla que todo se tiene que traer en barcas.
Hay unas cuantas españolas habitando en esta isla. Se han echado novietes y viven con ellos en la casa familiar que normalmente han arreglado con el dinero de lo que han cobrado del paro en España, alquilando habitaciones un poco "a la zorruna" ya que no tienen permiso del gobierno para ello, pero intentando no hacer mucha competencia a los Campaments que sí pagan impuestos por alquilar en legalidad. De cualquier forma, aquí todo es respeto y buenas maneras. 
Varios “Campaments” y un hotel dan alojamiento a los visitantes. Los precios son muy parecidos.
Me quedé en el Campament de Badji Kunda (10.000cfa/día con media pensión por persona y habitación sin baño y con luz sólo unas pocas horas al oscurecer. Tienen una lancha con motor fuera-borda de 40hp. para realizar tours por las islas de los alrededores y también hacen pesca.
Esta familia vive al lado, en otra casa, es muy atenta y ofrece buena comida a sus clientes. El bar-restaurant está a pocos metros del agua, que es mezcla entre la salada del mar y dulce del curso del río. La playa de fina arena dorada es enorme y también depende de las mareas para que haya más o menos arena.
En la isla todos se saludan con un ritual que comienza con la pregunta "Kassoumay?", y se acostumbra a responder que todo está bien "Koe Kassoumay!" o "Kassoumay balas". El apretón de manos es esencial y de uso común.
Al siguiente día de mi llegada les acompañé a realizar la recogida del arroz, que lo tenían ya cortado y amontonado en racimos sobre una tarima para realizar en su momento la separación del grano del racimo. Cuando se disponen a hacer la disgregación, se amontonan los manojos sobre varias alfombras plásticas o de tela y se golpea sin cesar con palos por todos. Luego se amontonan los granos y al final se guarda en sacos para llevar a la máquina que separa la cáscara del grano para conseguir el arroz limpio. Estuvimos trabajando casi seis horas ininterrumpidas para recoger finalmente unos 1.200Kg. de arroz, aunque yo me tuve que retirar a las dos horas cuando comenzó a herirse la palma de una de mis manos por la lógica falta de práctica. Hicimos varias paradas para beber te y para almorzar todos juntos del mismo plato arroz con pescado, verdura y salsa.
El arroz que aquí se produce es de muy buena calidad. Hay extensas plantaciones que pertenece a los vecinos, y por estas fechas se puede ver a toda la familia involucrada en el proceso de recogida. Mientras los jóvenes se pasan el día golpeando los racimos, alguna mujer hace de comer para que el grupo recobre las energías gastadas. 
Aquí hay tres tipos de bosque: tropical, sabana arbolada y manglar. Desafortunadamente, la disminución de las precipitaciones en los últimos años ha aumentado la salinidad, la acidificación y la sedimentación de las tierras de cultivo, quedando muchas zonas inutilizables. Los campos de arroz son diferentes según el tipo de suelo y la ubicación.
Un modelo diferente de trazado domina el paisaje en el interior de la isla. Cuando los manglares se llenan de agua debido a las lluvias, a las mareas o durante los desbordamientos, los arrozales deben estar protegidos de los canales de agua salada por diques de tierra. También deben cavar zanjas y crear estanques de agua dulce. Las parcelas de tierra que ya fueron trabajadas son limpiadas y aradas. Se requieren varios años de drenaje para desalinizar el suelo. También se cultiva diferentes verduras, legumbres y frutas para el suministro familiar.
El resto de los días lo pasé disfrutando de la playa. Los paseos son largos y solitarios. Apenas se ve alguien caminando por la arena. Es un destino excelente para descansar y hacer contacto con la población local. No hay jóvenes pesados buscándose la vida con el toubab, y muchos de los visitantes son españoles que vienen en grupo y con guía que habla español.

17 de diciembre de 2013

El Bajo Cassamance

En Oussouye me quedé en el Campament Emanaye, un complejo de varias habitaciones con camas dobles o sencillas, mosquiteras, baño interior, mesa, silla y electricidad todo el día (4.500cfa). Un gran comedor-salón preside las vistas sobre una gran planicie donde trabajan los agricultores de la zona.
La comida que hacen no destaca nada, ni por calidad ni por la cantidad. Cuesta 3.000cfa. el plato, caro para lo que sirven. A pocos metros, en la calle principal, hay varios restaurantes que cocinan prácticamente lo mismo por 1.500cfa.. Uno de ellos es el restaurante Buweten, antes de llegar al albergue, donde cené en varias ocasiones. 
Al lado de se encuentra el Casamance VTT, una agencia donde alquilan bicicletas de montañas en buen estado (7.500cfa/día o 6.500cfa. dos o más días), hacen rutas de senderos de uno a varios días, canoa, kayak, o visitas guiadas en coche a varios pueblos.
Dos de los días los pasé pedaleando esta zona que se caracteriza por tener buenas vistas debido a su espesa vegetación, palmerales, bambúes, grandes plantaciones de arroz, de cacahuetes, y poblados rurales muy interesantes.
La primera incursión la hice parando primeramente en M'lomp donde destaca su interesante museo de las tradiciones diolas, bajo dos enormes Kapot de más de 400 años. Conocidos también como Ceiba, Fromager en francés o Silk-cotton tree en inglés, es un hermoso árbol, pariente lejano del baobab, que crece con abundancia en los trópicos, tanto en África, como en Asia y América. Las ceibas más antiguas y majestuosas de Senegal son consideradas como sagradas por los habitantes de los poblados cercanos, según viejas tradiciones de carácter animista y de culto a la naturaleza. Igualmente lo era para los Mayas.
También hay varias casas construidas en banco (barro y hierba) de dos plantas, únicas en esta parte del oeste de África. Una de ellas se puede visitar.
Luego, continué pedaleando hasta Elinkine para hacer una visita a su importante comunidad de pescadores, venidos de muchísimos lugares del oeste de África en estos últimos años. Varadas en la playa o a poca distancia de la orilla multitud de coloridas canoas dan un aspecto atractivo a su costa. Diariamente traen a la costa con sus embarcaciones gran cantidad de pescado que luego venden por algunos pueblos cercanos. Sus habitantes viven esencialmente de la pesca y durante todo el año se puede ver a las mujeres secando el pescado tanto en la orilla como en las mesas de secado. La gran explanada del secado de pescado está llena de tableros de maderos donde son depositados al sol. El olor mezclado con el calor hace que el lugar no sea de “agradable” inspección. Con ayudas internacionales han construido un enorme almacén congelador y el edificio de su cofradía.
Cada año capturan unas 9.000 toneladas de pescado -la mitad de la pesca de todo el Bajo Casamance-, para el procesamiento tradicional. Tristemente aquí la pesca de tiburones está siendo devastadora pues su comercio no está regulado y están desapareciendo rápidamente. Los escualos son muy codiciados por los ghaneses y nigerianos porque sus aletas se venden a precios exorbitantes en el mercado asiático.
Intenté comer un pescado en alguno de los restaurantes locales pero ninguno tenía (?). Solamente había barras de pan, mantequilla, mayonesa (sucedáneo) o pasta de pescado de lata en los bares locales y en los puestos de las aceras, y café Touba.(café aromatizado y granos de Selim o pimienta de Guinea) Sorprendidísimo me quedé. Será así, digo yo!.
En frente, se encuentra la isla Karabane, mi siguiente destino. Salen diariamente dos embarcaciones, a las 3 y 4 de la tarde -si hay pasajeros-, y regresa al siguiente día a las 11 de la mañana. Aunque se puede pagar por la embarcación completa para hacer el trayecto en caso de no llegar a tiempo.
La vuelta la hice por la carretera de tierra que pasa por el poblado Loude Wolof, con unas vistas también bellas de los diferentes arrozales, que ahora es tiempo de recogida, e igualmente de la cantidad de lagunas, árboles y vegetación local. También se pueden observar muchísimas aves ya que el Parque Nacional de Casamance está a pocos kilómetros de distancia. Más de 200 especies diferentes habitan en su interior, incluyendo las migratorias. Se puede llegar a través de una carretera de tierra.
Casamance tiene más de 800.000 habitantes, una superficie de 29.000 km2. Su principales plantaciones son sembrados de arroz, con unas 40.000 hectáreas -más de la mitad de la tierra cultivada en el Bajo Casamance-,  seguido por el millo, el maní, el maíz, el sorgo y las alubias. La región también produce una gran cantidad de frutas como el mango, mandarinas, pomelos, bananas ... El río y su densa red fluvial, el clima templado, las abundantes lluvias y los suelos fértiles hacen que sea llamado “el granero de Senegal.
Los hombres construyen o mantienen las casas, recogen las plantaciones, el vino de palma (Bunuk) y las mujeres realizan la jardinería, la recolección de sal, las ostras del manglar, los mariscos, la transformación del pescado y la preparación de aceite de palma.
El río que le dio su nombre riega la región y sus numerosos manglares son ricos en recursos pesqueros ofreciendo un enorme potencial para la pesca tanto marina, de laguna y de río: atún, pez espada, marlin, barracuda, mero (thiof), sardina (yabooy)), salmonete, lenguado, petoo wahoo, carpa roja, capitan blanco, gris, negro, pez gato...
Otro día pedaleé hasta Diakene Wolof un pueblo de agricultores de cacahuetes y arroz, y algunos pocos pescadores. Quería visitar y almorzar en la isla Egueye, en el Campament que hay allí instalado, pero el propietario, Abdunllai, no se encontraba en ese momento. No tenía en ese momento turistas hospedándose, y no me pudo atender. Aunque si se quiere pasear por los manglares de los alrededores, siempre hay alguien que puede sacar su embarcación, previo pago de una tarifa a acordar.
Mientras descansaba a la sombra sentado en un taburete tradicional africano (dos maderos atravesados en forma de X) en casa de su familia me invitaron a compartir el almuerzo con ellos en un gran plato metálico donde todos comen juntos, con cucharas y con las manos -al igual que el día anterior me sucedió en Elinkine días atrás-. Ni que decir que esta gente es cordial y muy sociable. Cuando es la hora de comer todos los conocidos que se encuentran cerca también son invitados.
La vuelta fue algo más cansina pues tenía las piernas y el culo destrozados después de tantos kilómetros en dos días. Otra cerveza me esperaba en la taberna Chez Papi, mientras observaba a la gente moverse por el pueblo de un lado a otro. Casi todos son muy deportistas, y si no están corriendo, juegan al Volley o a la pelota.
Esta última noche cené en el albergue, previamente avisando lo que quería comer: Pescado Yassa y arroz.
En Oussouye hay varios bares locales que sirven refrescos (300cfa.), cervezas 600cl. (desde 600cfa.), licor local de palma y se puede comer desde 1.000cfa. Tiene un mercado pequeño muy activo, pero es al atardecer cuando traen la pesca el momento que más movimiento de gente se puede observar. Las tiendas, como en todos los lados, venden pan, lateríos, bebidas, y cualquier cosa necesaria para cocinar.
La parada o gare Routiere de taxis y de Ndiayes es igualmente muy movido, debido principalmente a cantidad de gente que espera la salida por ser cruce de las carreteras que van a diferentes lugares.
Para la población joola (o diola), que supera el 80%, esta ciudad es de gran importancia por ser el hogar de un rey animista que a menudo buscan para pedirle consejos. Aquí conviven con gentes llegadas de otras partes del país. Los no-joolas más antiguos llegaron a la región a lo largo del s.XIX y habitan en Loudia Wolof y Diakène Wolof. Otros, como los peúles de Guinea Conakry vinieron en el s.XX atraídos por el comercio y viven en ciertos barrios, manteniendo cada uno su propia cultura y modelo de sociedad.

11 de diciembre de 2013

Bajando al Oeste

Nuevamente he aparecido por la Gare Rutiere a las 7 de la mañana para ser de los primeros en elegir asiento del "siete plaza", porque siempre que puedo cojo el del "copiloto", por ser más amplio y con las mejores vistas en el recorrido.
Mientras desayunaba media barra de pan con tortilla y cebolla y un café con leche iba controlando a los que se acercaban a la parada. Aparecían poco a poco, como que levantarse tan temprano para salir prontito no les agrada nada, así que paciencia que todo andará a su ritmo. Pocos minutos antes de salir llegaron también Maite y Koldo, dos vascos que conocí en Didenfelo el último día. Habíamos hablado que posiblemente nos encontraríamos por aquí. Pero ya no quedaban plazas para ellos dos, así que decidí sacar mi mochila y trasvasarla al siguiente 7plazas, y así podríamos viajar juntos. Ellos dos suelen comprar las tres plazas del medio para ir más cómodos en estos vehículos. En 40min. se llenó el taxi y pudimos salir. Eran poco más de las 8:40 y nos quedaban casi cuatro horas de trayecto por una carretera que ya conocíamos puesto que volvíamos hacia atrás, nuevamente a Tambacunda, para enlazar con otro 7plazas hacia el oeste. Ya era demasiado tarde como para llegar a Ziguinchor en el mismo día (9 o 10 horas). Podía elegir quedarme en Vellingara o seguir hasta Kolda, pero en esta última ciudad los precios de las habitaciones de los hoteles son muy caros (>20.000cfa).
Habíamos llegado a Tamba a las 12:30, pero hasta las 14:45 no pudimos salir por falta de pasajeros. Dos mujeres que se encontraban dentro del taxi compartido llevaban desde las 9 de la mañana esperando con muchísima resignación.
Normalmente pasada las 12:30 nunca suelo montarme en ningún vehículo para viajar. Es la hora tope que siempre me he impuesto si el trayecto dura más de 5 horas. Cualquier imprevisto -que casi siempre lo hay-, puede hacerme pasar la noche tirado en cualquier punto perdido de la carretera.
Las carreteras en Casamance son cerrada por los militares y la policía a las 7 de la noche y abiertas a las 7 de la mañana. Parece ser que ha habido algunos robos protagonizados por algunos ex-combatientes de la guerrilla y con esa acción quieren evitarlo.
Esta vez hice una excepción. Sabía que íbamos con el tiempo muy justo, pero si el chofer no había dicho nada -además del tiempo que se cogió para ir a rezar a la mezquita cercana-, era de suponer que todo saliera bien.
Contaba con la posibilidad “casi segura” de quedarme en Kolda, en casa de Nieves, ya que me dio el número de teléfono un par de días antes, pero yo no tenía la seguridad de cuál sería el destino final del viaje hacia el sur, y no le aseguré nada. Koldo, de pura casualidad, tenía el teléfono de Silvia, la compañera de piso de Nieves, así que entre tantas coincidencias, incluso la suerte de poder llegar venturosamente a Kolda a las 8 de la noche, una hora más tarde de la hora de cerrar la carretera, que no cerraron (?), pudimos descansar de la agónica carretera de esta parte del país. Muchas partes de ella tienen tantos agujeros que parece que la hayan bombardeado. El chofer apenas podía esquivarlos todos, y la polvareda era colosal cuando nos situábamos detrás de cualquier otro vehículo en los tramos de tierra. Algunos tramos están siendo ahora asfaltados. Aunque en otros viajes he viajado por carreteras muchísimo peor que esta, aquí se unió la incógnita de qué podría pasar si hubiéramos estado conduciendo algo más tarde o si hubiésemos roto algo del vehículo. Se nos hizo de noche y no veíamos nada en esa carretera que parecía nunca acabar.
Nada más bajarnos Koldo llamó a Silvia y nos vino a recoger en pocos minutos. Dejamos las mochilas, nos distribuimos los espacios de la casa para dormir esa noche y salimos a un bar local a cenar y beber cervezas mientras charlábamos de los trabajos de ONGs y Cooperantes. Allí nos reunimos al final un buen grupito de gente que nos hizo olvidar la pesadilla de la carretera. Cosas de Viajes.
Nuevamente, al siguiente día, a las 7 en punto, nos presentamos en la estación esperando salir pronto. Desde las 4 de la mañana salen constantemente taxis con dirección Dakar. Nosotros salimos 30min. mas tarde, tras desayunar en un puesto lo de siempre: bocadillo de tortilla y café con leche. Esta vez era la primera ocasión que la pareja comía en la calle. 
En esta parte del país la carretera está mucho mejor, es más rápida aunque hay muchos más controles militares. Así pues, pudimos llegar a las 11:30 a Ziguinchor. Buena hora. Nos daba tiempo de ir a la Terminal del ferry que se dirige todos los Jueves y Domingos a Dakar y tener comprado los pasajes para la vuelta. Aunque no pudimos coger camarotes -los hay de 2, 4 y 8 camas-, nos tuvimos que conformar con butaca reclinable (15.900cfa). También se puede comprar por interné con bastante tiempo de antelación.
El río Casamance que tiene unos 300 kilómetros de largo, es navegable desde la desembocadura hasta mucho más arriba de Ziguinchor, atraviesa casi todo el Bajo Casamance y es navegado diariamente por más de 4.000 canoas motorizadas y a remo. 
Aquí nos despedimos los tres, pues mi destino sería llegar a Oussouye para pasar varios días pedaleando el bajo Casamance, y luego otros tantos en la isla Karabane.
Nuevamente en la estación sólo era cuestión de que se llenara el 7plazas que va hacia Cape Skirring, en la costa sur, un lugar bastante turístico. Yo me bajaría a mitad de camino, en Oussouye, un pueblo bastante tranquilo e ideal para hacer incursiones en bici por los alrededores. Hay varios campamentos con precios económicos donde elegir quedarse a pasar algunos días disfrutando de los maravillosos parajes que ofrece esta parte del país.
Desde 1984 Casamance está divido en dos regiones administrativas, la región de Kolda, al este y la región de Ziguinchor (Baja Casamance) en el oeste. Es una de las regiones más bonitas y populares que contrasta con el resto de Senegal.

10 de diciembre de 2013

Didenfelo y el País Bedik

A las 7 de la mañana me presenté en la estación, que no está muy lejos del albergue Thomas Sankara, pero hasta las 8:30 no salimos pues el Sept Place (7 plazas) aquí es ocupado por 9 pasajeros y tarda un poco más en llenarse.
La carretera de tierra y piedra que se dirige hacia Dindefelo y atraviesa los poblados Afia y Segou está en mal estado, es muy bacheada y polvorienta pero compensa con una hermosa panorámica del paisaje de sabana y colinas, típico de la región del extremo nordeste del país. Tardamos casi dos horas en hacer los 35kms. que hay hasta Dindefelo, un pequeño pueblo habitado por unos 400 vecinos perteneciente mayoritariamente a la comunidad Peul (o fula, fulani), etnia de religión musulmana que hasta nuestros días aún practican un modo de vida errante. Son el pueblo nómada más grande del mundo (30 millones dispersos por toda África occidental), y uno de los primeros grupos africanos en convertirse al Islam. Su economía está basada en el ganado vacuno, es por ello que se encuentra un número considerable de vacas a lo largo del recorrido. Es un enclave estratégico y fundamental en la región de Kedougou y todo Senegal Oriental.
El hermoso sistema montañoso que custodia Dindefello dio nombre a la aldea, que en el dialecto peul significa “al lado de la montaña”.
En Kedougou se encuentran al menos tres campamentos con varias chozas de adobe y tejado cónico de rafia. El mejor conservado y cuidado es el Campament Villageois, que se sitúa más próximo a los acantilados y la Cascada Dindefelo, seguido por el Campament Dogon du Fouta mas pequeño, algo menos cuidado y el Campament Afrikan Cascade (llamado también Chez Camara), donde me quedé, mucho mas cutre, viejo, situado en el mismo pueblo y dirigido por Djibril Camara, un experto conocedor del lugar. Todos cuestan 2.500cfa. la noche. La mía era una choza de cama doble, con mosquitera, dos puertas con cortinas para una mejor aireación del interior, compartimento sólo para ducha con cubos de agua, sin electricidad porque el panel solar no da para mucho tiempo de funcionamiento por su escaso poder de carga y un jardín muy mal cuidado. Al ser todo carretera de tierra y arena el entorno del pueblo está completamente lleno de polvo, producido por el paso de algunos vehículos.
Los Campements Villageois (campamentos locales), muy desarrollados en los asentamientos de las zonas rurales, permiten una mejor comprensión de la cultura y las tradiciones en plena cercanía con los pobladores. Los beneficios que producen estos albergues sirven al desarrollo de los poblados donde están instalados.
La comida la cobran todos los campamentos a 2.500cfa. y difiere en calidad de uno a otro -al menos la mía era pobre y muy cutre-. La relación calidad-precio es pésima, pero se puede tanto desayunar como cenar en los puestos de calle. Hay un restaurante al lado, que tiene un comedor interior, que cobra los platos que han preparado para el día, o encargándolo con horas de antelación, a 1.000cfa.. Principalmente se basa en arroz: arroz y verduras; arroz con carne (aunque escasea la carne y el pescado) y salsa de cacahuete o salsa de cebolla…, couscous de millo con verdura, o tortilla con cebolla.  Los desayunos son todos similares en los puestos: baguette de margarina, cacao, o mayonesa (sucedáneo), tortilla con cebolla, café, leche condensada o en polvo, o (aprox. 500cfa). Los refrescos a 500cfa.. Algunas tiendas (boutiques) venden todo o necesario para subsistir.
Los Fulani, principales habitantes de esta zona, han adoptado la mayoría de los hábitos alimenticios de sus vecinos Bediks y Bassaris. Utilizan todos los granos cultivados en esta parte del país , tales como el fonio, el arroz, el maíz y el cuscús de mijo (o Ngniri), que comen con salsa a base de maní, hojas y leche acompañada de carne. Al igual que en todas las comunidades Fulani de África, la vaca es un animal muy respetado y necesario para su subsistencia.
El domingo (Lumu) es el día grande de mercado de Didenfelo y es cuando más movimiento hay pues es muy animado desde temprano. Es algo colorido y un poco alborotado ya que los puestos son minúsculos y mal distribuidos. Hay gente que viene hasta de Guinea a comerciar. Los mini-buses se acercan cargados de comerciantes y clientes que necesitan cambiar o comprar ciertos artículos que son más difíciles de encontrar en sus lugares de origen. Los cabritos fueron los únicos animales que vi vendiéndose, pero apenas hubo alguna transacción. Como mismo vinieron, amarrados en el techo del algunos mini-buses, se los volvieron a levar al acabar el mercado.
Lo más comerciado fueron el couscous de millet (un pequeño grano muy común en la comida africana) al peso -aquí también se mide el peso a ojo con una pequeña lata vacía-, los zapatos de segunda mano, las zapatillas y las chanclas chinas y la ropa de segunda mano o nueva. Otros puestos tenían comidas o bebidas tradicionales (bisap), miel, calderos de aluminio y de plástico chino, jabones, aceite de carité. Dos puestos de carne de buey -llenos de moscas-, productos chinos diversos..., lo típico de los mercados de pueblos africanos.
El resto de la semana apenas se ve gente merodear por el pueblo, menos cuando los niños van o vienen de clase o los más jóvenes regresan de jugar al balón.
Los días que he pasado aquí han sido para descansar de tanta carretera e incómodos taxis compartidos. Siempre intento elegir sentarme en el medio de los asientos ya que es la parte más alta de los vehículos.
He recorrido con Ricard, un guía local peul, los alrededores, remontando un sendero muy empinado entre rocas, bosquecillos bajos, mahoganis y baobabs, los cerca de 300mts. de pared (Falaise de Dindefelo). Los habitantes de la zona lo realizan casi a diario para comprar víveres y suministros para su día a día, y los más pequeños para ir a la escuela, ya que es el único acceso al pueblo por esta parte.
La parte superior de la montaña es una vasta meseta ocupada por 5 pueblos : Sagaridié, Badiari, Afia II, Dandé y Diogoma, y 5 aldeas: Mboulaye, Mboundou, Doundouké, Noughéré y Nandoumari.
El contraste entre la llanura y la montaña aquí es sorprendente revelando a un paisaje fantástico, con acantilados, cascadas y cavidades talladas por el agua, dientes de más de 100mts. de altura, excepcionales cuevas y muchos emplazamientos-refugio que han dejado huellas en el paisaje.
Luego, atravesando una resequida (estamos en época seca) y extensa pradera de maleza donde “florecen” decenas de termiteros que parecen setas esparcidos por todo el entorno, baobads, mahoganys, acacias, nerés y algunos árboles de karité, se llega a un acantilado desde el cual se aprecian sus afiladas y muy cortantes rocas (Dent de Dande), profundas cuevas que sirvieron de cobijo a estos pueblos nómadas, la extensa llanura que yace a sus pies y, a unos pocos kilómetros el poblado Nandumary y los montes de Guinea Conakry que hacen de frontera con ese país.
Tras un pequeño descanso retrocedimos y continuamos la marcha pasando también por bosques bajos, pequeñas plantaciones de hibisco africano "de la bebida bisap", plantaciones de cachuetes y llegamos a unas enormes cavidades esculpidas en la piedra que da forma a la famosa gruta de Dande (1.000cfa.), que dicen se originaron al extraer tierra que serviría de pólvora al Rey de Guinea en el siglo XIX en su afán por islamizar toda esta región del África occidental. Pasamos luego por Dande, Afia II y algunos caseríos, todos éstos de chozas circulares de adobe o madera y enormes tejados cónicos de rafia todos rodeados por hileras de estacas que los protege de las miradas, para que estén controlados sus animales domésticos y de algunos animales salvajes, una pequeña mezquita muy característica también de adobe, y terminamos en las conocidas cascadas. La más grande, aprox. 90mts. de caída es la de Dindefelo, seguida por la de Dande, con algo menos. Pero la más bonita para bañarse es la de Afia por ser más profunda y en un paraje más llamativo y sugerente.
Durante varios días me bañé en la de Dindefelo. Hay que pagar 1.000cfa. por su visita, en el campamento. Es un dinero que "dicen" se invierte en la comunidad. El camino que lleva hacia la cascada es bastante llamativo, pasando por varias concentraciones de enormes árboles y recargada vegetación y la pueblan diferentes tipos de aves. La charca es pequeña ahora pues apenas corre el agua por ser época seca, pero aún así los baños en la fresquísima agua es el colofón del paseo. El agua cae entre lianas y árboles que cubren las paredes del risco sobre una poza. Al atardecer la temperatura baja al menos 10° ya que el frescor del agua que cae enfría rápidamente el ambiente al no incidir directamente el sol. Es un lugar idóneo para alejarse del calor del medio día. Toma su fuente en las montañas del FoutaDjalon (Rep. de Guinea). 
Como el transporte público en esta zona es muy escaso, y entre pequeños poblados inexistente, el último día marchamos en moto, Ricard y yo hasta Iwol en el Pais Bedik (donde viven unos pocos peules, bediks y basaris) para subir al monte donde se encuentra Ibel, el  poblado bedik más antiguo de los siete que viven en la región de Kedougou, integrados enteramente por habitantes bediks.
Desde Didenfelo hicimos muchos cortes de caminos por estrechos senderos que parecen no llevar a ninguna parte, atravesando diferentes bosques bajos y pasando por riachuelos que me hacían descender constantemente de la moto para poder atravesar las zonas húmedas y pedregosas ya que es imposible superarlo con dos personas sobre la moto. El paisaje en sí es todo un espectáculo de la naturaleza, donde la densa vegetación lo cubre todo de verde y van apareciendo, de vez en cuando, modestos campos de cultivo de maíz, algodón, millo, cacahuetes, calabazas, y anchos baobads, acacias, bambúes y árboles de carité
Me llamó mucho la atención ver en algunos árboles harapos de colores colgados como si hubieran sido puestos allí a conciencia. Ricard me advirtió que procedían de personas fallecidas, y habían sido puesto allí por sus familiares cercanos. Cuando alguien fallece, su espíritu ronda por los alrededores y de esta manera es guiado para que pueda encontrar, en el proceso de la reencarnación, el camino de vuelta a su tierra. Estábamos entrando en la zona más animista del país. Los espíritus de los fallecidos son agasajados por los vivos en las ocasiones que se necesita pedir protección, ayuda, consejo o poder tener hijos, al ser estos los intermediarios entre los vivos y los espíritus superiores. 
Dejamos aparcada la moto en el Campamento G.I.E. d’Ibel , atravesamos varios caseríos, sembradíos locales y remontamos la colina donde se encuentra Iwol, con unas estratégicas vistas sobre el paisaje de sabana que se extiende al pie del poblado y sobre todo el valle de Kedougou, en esta región compartida con Guinea Conakry.  En la planicie encontramos el poblado entre enormes rocas, BaobabsCeibas y algo que me llamó la atención: fetiches. Son los protectores que simbolizan  la relación tierra-hombre, en su espiritual contacto con la naturaleza. Junto a los bassaris, los bedik, son conocidos por sus rituales y costumbres muy diferentes a los de los pueblos cercanos al mantener intactas su cultura y sus tradiciones milenarias. Este poblado tiene sus orígenes en Mali, pero al ser cristianos tuvieron que huir debido a las matanzas que hubo durante la penetración del Islam asentándose aquí, a pesar de las dificultades de abastecimiento de agua, una vez asegurados que sus nuevos vecinos eran mucho más tolerantes. Habitaron esta zona remota y relativamente inaccesibles en lo alto de la montaña para evitar ser descubiertos por los pueblos invasores.
Solamente el cristianismo ha podido introducirse en sus vidas pero permitiéndoseles sus vínculos animistas.
Su marcada estructura social jerarquizada que está por encima de la familia, exalta la educación, la inteligencia y el saber estar de los más pequeños de la comunidad y las diferentes etapas de desarrollo personal a superar para convertirse en integrantes de ella de pleno derecho, ocupándose los más ancianos de la enseñanza de los más jóvenes. También realzan su arquitectura, su economía de subsistencia basada en el fonio, el millo, el maíz y la recolección de frutos del bosque y sus espectaculares rituales animistas, que conectan con la naturaleza y con el más allá, a través de los fetiches.
La casa sagrada donde llevan a los más jóvenes cuando comienzan sus rituales de iniciación (con el paso de niño a la madurez), las diferentes figuras y máscaras que son utilizadas para las ceremonias de baile y cantos convulsos -que pueden durar varias horas, entrando en trance bajo la repetitivas voces y tam-tams-, en demanda a sus espíritus nocturnos de algunas necesidades concretas, y el enorme baobab sagrado (sus frutos sirven de sustento a la comunidad y como remedio preventivo a la malaria) de aprox. 700 años de antigüedad y más de 20mts. de diámetro –dicen que es el más grande del país-, denota la fuerte espiritualidad de estos habitantes. Al otro lado, se encuentra el otro guardián de la aldea: una Ceiba, que, según la tradición bedik, contiene un demonio maligno que no permite sentarse a su sombra.
Se la considera una etnia diferente, con distinta lengua usos y costumbres, incluso diferente religión. Cualquier habitante de la zona habla varios idiomas según el pueblo que tenga al lado, conoce y respeta las tradiciones y creencias de los vecinos.
Viven en agrupaciones de viviendas redondas de adobe y piedras, otras de adobe y maderos, con enormes techos cónicos de rafia. La componen cuatro familias: los Keita (jefes del poblado), los Camara, los Samoura (organizadores de festivales) y los Sadiakous (responsables de las costumbres).
Ya no usan ropa tradicional, tan sólo en contadas ocasiones cuando hay algo importante que celebrar. Son agricultores de autoconsumo -principalmente millo y cacahuetes- y se dirigen a los mercados tradicionales a llevar sus excedentes, donde los venden para luego comprar otros artículos imprescindibles. Una enorme iglesia perteneciente a la Misión católica, también redonda con techo cónico, preside el poblado, aunque sus señas animistas aún no han sido eliminadas.
Consumen algunos tubérculos como taro, ñame, yuca o batata. La dieta tradicional basada en fonio, maíz, arroz, maní, son el apoyo de platos como : Foyo  (couscous de fonio), Dapa (plato a base de maíz y requesón), Domi (plato de millo o de maíz mezclado con polvo de la vainas de neré)…
Por realizar la visita hay que apoquinar 1.000cfa., que será reinvertido en mejoras del poblado, la escuela o para ayudar a algún vecino con problemas. Un libro de visita dispone de antiguas fotos enviadas por turistas que han pasado por la zona y de fotos realizadas por ellos mismos durante diferentes celebraciones.
Concluida la visita, continuamos el recorrido por una polvorienta pista con preciosas vistas del continuo horizonte montañoso -esta parte del país es muy llana- y en ocasiones a ambos lados filas de mujeres con coloridos trajes portando en sus cabezas cestos cargados de frutas, verduras u otros artículos, o grupos de niños regresando de las escuelas.
Nos dirigíamos a Thiocoye (pronunciado "Chokoi"), un poblado peul, para “husmear” en su día de mercado, que aquí toca los martes como en Salemata (Bassari) -el miercoles en Thiabeyí (Peul), jueves en Fongo Lingí (Peul), el sábado en Mako (Peul), el domingo en Dinde (Peul) y en Didenfelo (Peul)-.
En Thiocoye los puestos son mas rudimentarios, la mayoría muy pequeños e incómodos, apoyados por varias tiendas de víveres (de los de toda la vida). La variedad es ínfima y de muy pobre de calidad. Aquí se pueden ver algunas mujeres engalanadas con vestimenta tradicional y adornos elaborados de plata, collares de piedras plásticas de colores fuertes, conchas y telas coloridas, aunque entre los basaris y los bediks no hay mucha diferencia, sólo en el habla. Como en todos los mercados el movimiento es incesante y animado pues no paran de moverse con cierta celeridad. Detrás de Thiocoye, un pequeño río separa las comunidades Bedik y Basari.
Las carreteras por esta zona están en buen estado, son de tierra, piedras o arena, y estos días le están dando repasos con tractores de pala recta.
Poco más hicimos este día. La vuelta fue más rápida por ser en moto. Ahora me encuentro nuevamente en Kedougou, a la espera de hacer noche y poder trasladarme mañana camino del sur, en busca de más sorpresas en este viaje.